La Iglesia de Roma y la Iglesia de Dios sobre la confesión
COGwriter
La Biblia habla de confesar los pecados, pero ¿Ha tomado esto la Iglesia de Roma más allá de las prácticas registradas en la Biblia o de alguna encontrada en los primeros documentos cristianos? ¿Qué enseñan la Biblia y la Continuación de la Iglesia de Dios?
Comencemos por leer un pasaje de la Biblia Douay-Rheims (una versión católica, abreviada en adelante como DRB):
16 Confesad por lo tanto vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros, para que podáis ser salvados. Pues la continua oración de un hombre justo puede mucho. (Santiaago 5: 16, DRB).
Note que este no era un mandato para confesar los pecados a los clérigos.
Para aquellos que prefieren una versión más moderna, lo siguiente es el mismo versículo de la Nueva Biblia de Jerusalén (otra versión católica, abreviada aquí como NJB):
16 Así confesad vuestros pecados unos a otros, y orad unos a otros para que seáis curados; la oración de corazón de alguno justo obra muy poderosamente. (Santiago 5: 16, NJB).
Ambas versiones enseñan la confesión de pecados a los miembros laicos de la iglesia en oposición a la auricular (esencialmente audible) confesión a un sacerdote.
Aquí está la otra vez que la Biblia específicamente habla acerca de la confesión de pecados:
7 Pero si nosotros caminamos en la luz, como él también está en la luz, nosotros tenemos compañerismo con él, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia a nosotros del pecado. 8 Si nosotros decimos que nosotros no tenemos pecado, nosotros nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si nosotros confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo, para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad. 10 Si nosotros decimos que nosotros no hemos pecado, nosotros lo hacemos a él un mentiroso, y su palabra no está en nosotros. (1 Juan 1: 7-10, DRB)
Lo anterior dice que los cristianos han de confesar pecados, y que Jesús los perdonará a ellos. No hay discusión de penitencia aquí o en Santiago 5: 16.
De acuerdo a otras escrituras, Dios/Jesús de nuevo es a quien nosotros hemos de confesarnos:
11 Pues está escrito: Como yo vivo, dice el Señor, toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua confesará a Dios. 12 Por lo tanto todos nosotros deberemos rendir cuenta a Dios por él mismo. (Romanos 14: 11-12, DRB)
1 Por lo tanto, hermanos santos, que compartimos la vocación celestial, consideremos al apóstol y sumo sacerdote de nuestra confesión, Jesús. (Hebreos 3: 1 DRB)
14 Teniendo por lo tanto un gran sumo sacerdote que ha entrado en los cielos, Jesús el Hijo de Dios: Agarremos con firmeza nuestra confesión. 15 Pues nosotros no tenemos un sumo sacerdote, que no pueda tener compasión de nuestras faltas: sino uno tentando en todas las cosas como lo somos nosotros, sin pecado. 16 Vamos por lo tanto con confianza al trono de la gracia: Para que nosotros podamos obtener misericordia, y encontrar gracia en la ayuda oportuna. (Hebreos 4: 14-16, DRB)
Note también lo siguiente:
18 Y muchos de ellos creyeron, vinieron confesando y declarando sus obras. 19 Y muchos de ellos que habían seguido curiosas artes, trajeron juntos sus libros, y los quemaron ante todos; y contando el precio de ellos, ellos encontraron que el dinero eran cincuenta mil piezas de plata. (Hechos 19: 18-19 DRB)
La gente de arriba aparentemente se arrepintió de sus pecados y destruyó ciertos libros malos, pero esto no era penitencia en el sentido en que la Iglesia de Roma ahora aboga.
Puesto que la Biblia tiene una opinión diferente de la que ahora tiene Roma, ¿Ha cambiado su posición la Iglesia de Roma? Bien, sí lo ha hecho.
El Concilio de Trento en el siglo 16 hizo una variedad de declaracioones acerca de la confesión auricular. Quizás la primera que trata con ella es la siguiente:
CANON VI. — Si alguno niega, sea que la confesión sacramental fue instituida, o que es necesaria para la salvación, de derecho divino; o que la manera de confesar [es] secretamente sólo a un sacerdote, lo cual la Iglesia ha estado siempre observando desde el comienzo, y así observa, está ajeno a la institución y al mandato de Cristo, y es una invención humana; sea él anatema. (El Concilio de Trento. La decimocuarta sesión. Los cánones y decretos del sacrado y ecuménico Concilio de Trento, Ed. and trans. J. Waterworth (London: Dolman, 1848), 92-121. Hanover Historical Texts Project Scanned by Hanover College students in 1995. http://history.hanover.edu/texts/trent/ct14.html 05/19/12)
Por supuesto, lo anterior es equivocado puesto que esto más ciertamente no era la práctica de los primeros cristianos ni de la Iglesia de Roma desde el comienzo. Y aunque alguien diga que yo soy un “anatema” por enseñar esto, la realidad es que incluso el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que el “sacramento del perdón” fue cambiado:
1447 Por centurias la forma concreta en la cual la Iglesia ha ejercido este poder recibido del Señor ha variado considerablemente.
Durante las primeras centurias la reconciliación de los cristianos que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría, asesinato, o adulterio) estuvo ligada a una muy rigurosa disciplina, de acuerdo a la cual los penitentes tenían que hacer penitencia pública por sus pecados, a menudo por años, antes de recibir reconciliación. A esta “orden de penitentes” (que concernía sólo a ciertos pecados graves), uno era sólo raramente admitido y en ciertas regiones sólo una vez en la vida. Durante la séptima centuria los misioneros Irlandeses, inspirados por la tradición monástica Oriental, llevaron a la Europa continental la práctica “privada” de la penitencia, que no requiere pública y prolongada realización de obras penitenciales antes de la reconciliación con la Iglesia. Desde este tiempo, el sacramento ha sido llevado a cabo en secreto entre el penitente y el presbítero. Esta nueva práctica consideraba la posibilidad de la repetición y así abría la vía a una frecuentación regular de este sacramento. Ella permitió que el perdón de los pecados graves y de los pecados veniales fuera integrada en una celebración sacramental. En sus líneas principales es la forma de penitencia que la Iglesia ha practicado hasta nuestros días. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1447. Imprimi Potest + Joseph Cardinal Ratzinger. Image Books por Doubleday, NY 2003).
Así, se requirió hasta el siglo 7o. para que la moderna práctica se desarrollara ampliamente.
Por supuesto, el arrepentimiento era enseñado para convertirse en un cristiano, y el reconocimiento de nuestros pecados a Dios es enseñado por los que quedan:
8 Si nosotros decimos, “nosotros no tenemos ningún pecado”, nosotros nos estamos engañando a nosotros mismos, y la verdad no tiene lugar en nosotros; 9 si nosotros reconocemos nuestros pecados, él es fiel y justo, así que él perdonará nuestros pecados y nos limpiará a nosotros de todo mal. (1 Juan 1: 9, NJB).
Y aunque la Biblia aboga por el arrepentimiento, la penitencia está por fuera de las Sagradas Escrituras como también de las primeras tradiciones de la verdadera Iglesia de Dios.
Y aunque algunos católicos creen que los pecados no pueden ser perdonados sin el “sacramento de la confesión”, este no es el caso. Y,como el catecismo admite (#1447) el actual “sacramento de la confesión” no era una práctica apostólica original.
Penitencia vs. Arrepentimiento
La verdadera Iglesia de Dios que existía desde el comienzo (ver, por ejemplo, la página La Historia de la Primera Cristiandad) no es Protestante (ver, por ejemplo, el artículo Esperanza de Salvación: Como la Continuación de la Iglesia de Dios difiere de la mayoría de los Protestantes). Ella basa sus creencias primariamente sobre la Biblia, que enseña:
38 ‘Ustedes deben arrepentirse’, respondió Pedro, ‘y cada uno de ustedes debe ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados, y ustedes recibirán el don del Espíritu Santo. (Hechos 2: 38, NJB).
El arrepentimiento era enseñado para convertirse en cristiano, y reconocer nuestros pecados a Dios es enseñado por el remanente:
8 Si nosotros decimos, “nosotros no tenemos ningún pecado”, nosotros nos estamos engañando a nosotros mismos, y la verdad no tiene lugar en nosotros; 9 si nosotros reconocemos nuestros pecados, él es fiel y justo, así que él perdonará nuestros pecados y nos limpiará a nosotros de todo mal. (1 Juan 1: 9, NJB).
Los cristianos no han de infligirse castigos a sí mismos, pensando que esto forzará a Dios a escuchar nuestras oraciones (Isaías 58: 2-7). Dios no está interesado en la penitencia, sino en el arrepentimiento y el cambio. Nosotros no deberíamos ser como ciertos musulmanes y azotar nuestras espaldas, mientras efectivamente dicen, “Mira nuestro sufrimiento, Dios, escúchanos”.
Y aunque la Biblia aboga por el arrepentimiento, la penitencia es de afuera de la sagrada escritura, como también de las más tempranas tradiciones de la verdadera Iglesia de Dios. Mientras la Iglesia de Roma tienen a decir que sus creencias proceden de las sagradas escrituras o de las tradiciones de los apóstoles originales, la idea de confesión auricular y penitencia no vino de ninguna fuente –ellas son herejías posteriores, esencialmente adoptadas de fuentes no cristianas.
La Biblia enseña contra un arrepentimiendo mundano:
10 Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte. (2 Corintios 7: 10)
Aquí está algo que el finado Herbert Armstrong escribió relacionado con eso:
Admita sus pecados
Ayuno y oración no son los únicos requerimientos para buscar a Dios. Si usted lee de nuevo atrás los ejemplos de Daniel y Nehemías como también los de cualquier otro de los profetas de Dios, usted notará que en cada caso ellos LIBREMENTE RECONOCIERON sus propios pecados y faltas. Se requiere ser un hombre profundamente sincero para decir, “Mírame, Oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y conoce mis pensamientos; y mira si hay algún mal en mí, y llévame por el camino perdurable” (Salmos 139: 23-24).
Si nosotros estamos buscando seriamente a Dios y Su camino, esta es la actitud que nosotros deberíamos estar reflejando. Nosotros admitiremos libremente nuestros propios pecados y faltas y estaremos seriamente importunando a Dios para que nos muestre su camino correcto. Jeremías dijo, “Oh Señor, yo conozco QUE EL CAMINO DEL HOMBRE NO ESTÁ EN SÍ MISMO: No está en el hombre el caminar recto en sus pasos. Oh Señor, corrígeme, pero con juicio; no en tu ira, no sea que me reduzcas a la nada”. (Jer. 10: 23-24).
Nosotros como individuos no sabemos cómo vivir. Una vez que nosotros comenzamos a aprender esa lección, y miramos a Dios para que nos muestre cómo vivir y cómo cambiar nuestras vidas, nosotros estamos en nuestro camino para un real arrepentimiento.
Los pasos son simples. Sin embargo no es tan fácil entregarse completamente a sí mismo, admitir sus propias faltas y pedir perdón a Dios sinceramente.
Apartarnos de nuestros caminos
La gente de este mundo exteriormente sigue muchos de estos pasos y sin embargo falla en el paso final y más importante de todos –VOLVERSE DE SUS MALOS CAMINOS. Por eso es que es tan difícil distinguir entre el creyente y el no creyente. Por eso es por lo que la “distancia entre nuestra profesada fe y nuestro diario desempeño es astronómica”. Tantas personas en este día y edad profesan estar arrepentidos –profesan el cristianismo, sin embargo todavía viven en toda la maldad de sus caminos pecaminosos. Así, finalmente, uno de los más importantes de todos los pasos para llegar al verdadero arrepentimiento es DEJAR DE PECAR! Millones DICEN ser miembros de una iglesia. Ellos proclaman en voz alta su creencia en Jesucristo. Ellos testifican por Cristo, PERO EL FRUTO NO ESTÁ ALLÍ.
Demasiado a menudo nuestro arrepentimiento es el arrepentimiento mundano del que se habló en 2 Corintios 7: 10. Lo que nosotros realmente necesitamos ver y entender es la clase de arrepentimiento del cual habla Dios: “Por lo tanto también ahora, dice el Eterno, volvéos a mí CON TODO VUESTRO CORAZÓN, y con ayuno, y con lloro, y con pena: Y RENDID VUESTRO CORAZÓN, y no vuestros atuendos, y tornáos al Eterno vuestro Dios: Pues él es dadivoso y misericordioso, lento para la ira, y de gran bondad, y se arrepiente del castigo.” (Joel 2: 12-13)
No, Dios no quiere la clase de arrepentimiento mundano que se manifiesta por un sumergirse en un montón de polvo. No. Él tampoco quiere que su nombre esté en los anales de membrecía de alguna iglesia. Lo que Dios quiere y lo que debería llegar a ser profundamente su deseo es reconocer SINCERAMENTE sus pecados y pedir perdón. Dios quiere que usted diga, “LO SIENTO” –y que sea así! Él quiere que usted se arrepienta de quebrantar y comience a obedecer Su LEY. (Armstrong, H.W. Arrepentimiento –¿Qué quiere decir usted con eso?)
Note, él enseñó que los pecados han de ser reconocidos y el comportamiento cambiado. Más sobre este tema también está cubierto en el artículo ¿Cuando usted peca, se arrepiente usted realmente?
Todos los pecados de los que se arrepienta pueden ser perdonados
Aunque algunos católicos creen que los pecados no pueden ser perdonados sin el “sacramento de la confesión”, este no es el caso. Y, como lo admite el Catecismo (#1447) el actual “sacramento de la confesión” no era una práctica apostólica original.
Aunque algunas personas erróneamente creen que Dios no podría perdonarlas a ellas y que ellos probablemente cometieron el “pecado imperdonable”, aquellos que se sienten en esa forma pueden estar completamente seguros de que ellos no lo han cometido si recuerdan lo que enseña la escritura:
9 Si nosotros confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo, para perdonar nuestros pecados, y para limpiarnos de toda iniquidad. (1 Juan 1: 9, DRB)
Para más detalles, acerca del “pecado imperdonable”, por favor vea el artículo ¿Qué es el pecado imperdonable?
La Biblia, como la Continuación de la Iglesia de Dios, habla de confesar los pecados unos a otros pero principalmente a Jesucristo. La escritura no dice hacer eso a un sacerdote, ni la Biblia autoriza tampoco la penitencia por el pecado. Para más detalles, chequee el nuevo artículo Historia de la Confesión Auricial y el ‘Sacramento de la Confesión’.