Descubren antigua fábrica de tinte púrpura cerca de la costa israelí y un encuentro demoníaco en Lidia

Quienes interpretan la evidencia arqueológica para contradecir la Biblia, como sucede a menudo en los medios de comunicación y en los llamados documentales, se equivocan. Como dice la Escritura:

4 … Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso… (Romanos 3:4)

Dicho esto, veamos el relato que involucra a Lydia:

14 Nos oyó una mujer llamada Lidia. Era vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira y adoraba a Dios. El Señor abrió su corazón para que escuchara lo que Pablo decía. 15 Y cuando ella y su familia fueron bautizadas, nos rogó diciendo: «Si me han juzgado fiel al Señor, vengan a mi casa y quédense». Así que nos convenció.

16 Sucedió que mientras íbamos a orar, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación y que daba grandes ganancias a sus amos adivinando. 17 Esta joven siguió a Pablo y a nosotros, y gritó: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes nos anuncian el camino de salvación». 18 Y así lo hizo durante muchos días.

Pero Pablo, muy molesto, se volvió y le dijo al espíritu: «Te ordeno en el nombre de Jesucristo que salgas de ella». Y salió en ese mismo momento. 19 Pero cuando sus amos vieron que se les había esfumado la esperanza de ganar dinero, apresaron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza del mercado ante las autoridades.

20 Los llevaron ante los magistrados y dijeron: «Estos hombres, siendo judíos, perturban gravemente nuestra ciudad; 21 y enseñan costumbres que no nos es lícito a nosotros, siendo romanos, recibir ni observar». 22 Entonces la multitud se alzó contra ellos; los magistrados les arrancaron la ropa y ordenaron que los azotaran con varas. 23 Después de azotarlos con frecuencia, los metieron en la cárcel, ordenando al carcelero que los custodiara. 24 Recibida esta orden, los metió en la cárcel interior y les sujetó los pies en el cepo.

25 Pero a medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los presos los escuchaban. 26 De repente, se produjo un gran terremoto, de modo que los cimientos de la cárcel se sacudieron; e inmediatamente se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. 27 Y el carcelero, despertando y viendo abiertas las puertas de la cárcel, pensando que los presos habían huido, sacó su espada y estaba a punto de suicidarse. 28 Pero Pablo gritó a gran voz: «No te hagas ningún daño, pues todos estamos aquí».

29 Entonces pidió luz, corrió adentro y temblando se postró a los pies de Pablo y de Silas. 30 Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿Qué debo hacer para ser salvo?

31 Dijeron: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa». 32 Entonces le comunicaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 Y él los tomó a la misma hora de la noche y les lavó las heridas. E inmediatamente él y toda su familia fueron bautizados. 34 Cuando los llevó a su casa, les ofreció la comida y se regocijó de haber creído en Dios con toda su familia.

35 Y cuando era de día, los magistrados enviaron alguaciles, diciendo: Dejad ir a esos hombres.

36 El carcelero informó a Pablo de estas palabras: «Los magistrados han ordenado que los suelten. Ahora, pues, salgan y váyanse en paz».

37 Pero Pablo les respondió: «Nos han azotado públicamente, siendo romanos sin condena, y nos han metido en la cárcel. ¿Y ahora nos sacan a escondidas? ¡De ninguna manera! Que vengan ellos mismos y nos saquen».

38 Los alguaciles comunicaron estas palabras a los magistrados, quienes se asustaron al saber que eran romanos. 39 Entonces fueron y les suplicaron, los sacaron y les pidieron que salieran de la ciudad. 40 Salieron, pues, de la cárcel y entraron en casa de Lidia; y al ver a los hermanos, los animaron y se marcharon. (Hechos 16:14-40)

Del relato anterior, aprendemos que una mujer creyente llamada Lidia tenía un próspero negocio de púrpura. Y que ayudaba a Pablo y a quienes lo acompañaban.

Vemos que Pablo estaba predicando el evangelio.

También vemos que los poseídos por demonios reconocen a los verdaderos siervos de Dios.

Esto es algo que yo y otros también hemos experimentado. En relación con esto, publicamos el siguiente video:

14:40

CCOG, el evangelio, el bautismo y los demonios

En el Evangelio de Marcos 16:15-17, Jesús dio una comisión y una profecía: 15 Y les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado. 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios;…

¿Está la Iglesia Continua de Dios (CCOG) haciendo lo que Jesús dijo en Marcos 16:15-17?

Si es así ¿cómo?

¿Están vivos y bien los demonios?

¿Hay alguien en la Continuación de la Iglesia de Dios que esté echando fuera demonios hoy?

Los demonios son un tema intrigante y aterrador. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento ofrecen innumerables ejemplos de hijos de Dios luchando contra principados, potestades, gobernantes de las tinieblas de este mundo y contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. En el mundo moderno, los demonios se consideran más una fantasía que una realidad. Sin embargo, los demonios existen.

Algunos en la Continuación de la Iglesia de Dios proclaman victoria sobre los demonios mediante Jesucristo. Sin embargo, hay otros que crean libros para colorear de demonios, especialmente para niños pequeños. Niños pequeños que pueden ser muy susceptibles a las influencias demoníacas. Esto es, en el mejor de los casos, un acto vergonzoso.

El Dr. Thiel habla sobre cómo la Continuación de la Iglesia de Dios  cumple las misiones que Jesús dio. En este video, también cita pasajes bíblicos relacionados con demonios e incluso con su expulsión.

Aquí hay un enlace a nuestro video: CCOG, el evangelio, el bautismo y los demonios .

El relato de los Hechos también mostró arrestos falsos y abuso de autoridad gubernamental.

También vemos que el apóstol Pablo citó disposiciones legales para tratar de reducir la persecución.

Después de todo esto, Pablo y los que estaban con él aceptaron nuevamente el apoyo de la mujer llamada Lidia, antes de partir para alcanzar a otros.