Tercera ley del éxito de HWA: Buena salud
En su folleto, Las Siete Leyes del Éxito, el finado Herbert W. Armstrong escribió lo siguiente relacionado con la tercera ley del éxito:
La tercera ley básica
La siguiente ley vital es tener BUENA SALUD.
Somos seres físicos. La mente y el cuerpo se complementan para formar el mecanismo físico más maravilloso que conocemos: el ser humano. Pero el hombre está hecho de materia; su existencia consiste en 16 elementos de materia orgánica que funcionan químicamente.
El hombre vive por el aire que respira, que es en sí mismo el soplo de la vida. Si los fuelles que conocemos como pulmones no siguieran respirando el aire saturado de oxígeno, el hombre no viviría para lograr ningún objetivo. ¡Sólo un latido del corazón nos separa de la muerte! En tanto que los pulmones bombean aire, el corazón bombea sangre a través de un intrincado sistema de venas y arterias. Y esto, a su vez, debe mantenerse con alimento y agua.
De manera que el hombre ES lo que come. Algunos de los médicos y cirujanos más famosos han dicho que entre el 90 y el 95 por ciento de todas las enfermedades ¡son el resultado de un régimen alimenticio deficiente!
Tal parece que muy pocas personas se dan cuenta de que el estado de su salud tiene mucho que ver con lo que comen. Casi todos han seguido el régimen, conforme a las costumbres de la sociedad, de comer de todo aquello que lea sea agradable al paladar.
Los adultos no son más que niños crecidos. Obsérvese a un bebé de nueve meses. Todo lo que llegue a sus manos ¡se lo lleva a la boca!
A mi hermano menor quizá no le agrade leer esto, pero recuerdo que cuando él tenía aproximadamente nueve meses se las ingenió para meterse en la carbonera, ubicada en el sótano de la casa. Allí lo encontramos tratando de comer pedacitos de carbón, ¡con la boca y la cara totalmente sucias!
Causan risa los chiquitos al verlos tratar de comerlo todo… desde cucharas de plata hasta pedazos de carbón. ¿Se reiría usted de quienes meten pequeños ratones en una salsa y, tomándolos por la cola, se los engullen como un suculento manjar?
Si lo hiciera, ellos se reirían de usted y le dirían que los ratones comen cereales y alimentos limpios, en tanto que usted pone en sus salsas ostras escurridizas y viscosas, y otros mariscos asquerosos, considerándolos como un alimento delicioso.
¿Cree el lector que los adultos han aprendido más que los bebés de nueve meses? Si uno va a una tienda que tiene «especialidades» alimenticias, aun puede encontrar en ella productos como anguila y víbora de cascabel enlatadas.
¿POR QUÉ suceden tales cosas? Como ya explicamos, los humanos no sabemos nada al nacer. ¡Todo lo tenemos que aprender! Pero la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de esto, de tal manera que lo que no sabemos, ¡no sabemos que no lo sabemos! En una u otra forma la mayoría de las personas han crecido llevándose todo a la boca, y han llegado a la madurez comiendo todo lo que les parezca bueno y todo lo que ven a los otros comer. Ha habido muy poco estudio e instrucción sobre lo que DEBEMOS o lo que NO DEBEMOS comer.
La mayor parte de las enfermedades degenerativas son enfermedades modernas. Constituyen el castigo por ingerir alimentos que han sido despojados de sus minerales en los centros de producción y que contienen exceso de almidón, azúcar (los carbohidratos) y grasas. Otras enfermedades son causadas por un tipo de desnutrición que surge de la falta de minerales elementales y vitaminas en los alimentos. Después la gente trata de restaurar las «vitaminas» a sus organismos tomando píldoras que compran en la botica.
En cierta ocasión un famoso director de un programa de «educación física» dio una conferencia en la Institución Ambassador. En su discurso nos hizo recordar que la profesión médica ha dado grandes pasos hacia la erradicación de las enfermedades contagiosas y, sin embargo, ha tenido muy poco éxito en su lucha contra el aumento de las que no lo son, tales como cáncer, enfermedades del corazón, diabetes y enfermedades de los riñones. Estas últimas son afectadas por una dieta deficiente.
Hay por supuesto otras leyes para la salud que incluyen dormir lo suficiente, hacer ejercicio, respirar abundante aire fresco, higiene y adecuada eliminación corporal, pensamientos correctos y vida ordenada.
Recientemente el «correr» se ha convertido en el deporte de moda como medio para mantener una buena condición física. Aun personas de edad leen libros de «expertos» autodidactas y comienzan a forzar sus corazones al correr varios kilómetros al día. «¡Más ejercicio!», gritan los aficionados a las novedades.
¿Por qué los humanos tienen la tendencia de ir hacia los extremos? El ejercicio es bueno, beneficia un poco, pero como la mayoría de las cosas, puede ser llevado más allá de lo razonable y benéfico. Una dosis excesiva puede ser perjudicial. Somos dados a pasar por alto el principio de la MODERACIÓN en todas las cosas.
¿Cuál es el provecho de este esfuerzo excesivo que consiste en correr varios kilómetros cada día? Ciertamente promueve la circulación de la sangre, llevándola hasta las extremidades, lo cual es bueno. Estimular la circulación de la sangre sí es importante, pero también se puede DESTRUIR la salud cometiendo excesos imprudentes. Es tan peligroso hacer demasiado ejercicio como no hacer ninguno.
Se puede estimular la circulación de la sangre sin peligro y sin necesidad de esfuerzo extenuante. Nunca olvidaré una conferencia a la cual asistí cuando era joven. El conferencista había sido instructor de educación física y entrenador del presidente norteamericano Howard Taft. Inmediatamente después de que terminó la presidencia del Sr. Taft, este instructor se las ingenió para obtener una lista de todas, o casi todas, las personas centenarias en los Estados Unidos. Luego los visitó a todos personalmente y les preguntó a qué atribuían su longevidad. Uno le dijo que era porque nunca había fumado. Otro había fumado toda su vida y ya tenía más de 100 años. Otro era abstemio total, mientras otro había bebido cerveza y coñac toda su vida. Y por ahí iban todos. Después de entrevistarlos, analizó sus apuntes y se sorprendió al darse cuenta de que sólo tenían una cosa en común, sin embargo, ninguno la consideraba como factor importante. Todos daban diariamente un vigoroso masaje a su cuerpo, algunos con una toalla después del baño diario y otros con un cepillo. Pero en una forma u otra, todos habían estimulado la circulación de la sangre, incluso hasta los extremos de los pies y de las manos, por medio del frote o masaje diario.
Muchos preguntan cómo yo, con más de 90 años de edad, todavía conservo la energía, el vigor y el ímpetu. De cierto existe más de una razón, aunque no corro ni me dejo llevar por novedades pasajeras. Yo CAMINO, que es el mejor ejercicio para alguien de mi edad. Pero desde que oí aquella conferencia hace 60 años o tal vez más, he venido dándome un masaje diario. ¿El método?
Con una toalla de tamaño generoso, después de la ducha diaria. Trato de dormir lo necesario. Tengo cuidado con mi eliminación (un aspecto muy importante). Soy muy cuidadoso con mi dieta y tengo un enorme ALICIENTE, un propósito que me estimula en la vida, pues he aprendido cuál es el OBJETIVO de mi existencia.
¡Ese propósito me espolea a estar activo! Tengo una misión que cumplir, y ésta es más importante que mi vida misma. No queda mucho tiempo para efectuarla, pero tiene que ser cumplida y en efecto ¡SE CUMPLIRÁ! Además de todo esto, recurro a un poder mayor y más grandioso. Creo que esta es la respuesta.
Pocas personas se dan cuenta de que el enfermarse no es algo natural. Las enfermedades y dolencias vienen únicamente por el quebrantamiento de las leyes naturales del cuerpo y de la mente. Estas son las LEYES FÍSICAS que regulan la salud. ¡La gente no ha aprendido que existen tales leyes! Suponen que un malestar o una enfermedad ocasional es natural en el curso de la vida, pero nada puede estar más lejos de la verdad.
La enfermedad no debe aceptarse como algo natural. Algunas autoridades afirman que los resfriados no se «pescan», sino que, al igual que las fiebres, ¡nos los comemos! Explican que un resfriado o una fiebre es simplemente la eliminación rápida y forzada de toxinas y venenos que se acumulan en las glándulas como resultado de una dieta inadecuada.
¿Qué sucede con los grandes y casi grandes del mundo? Generalmente no saben todo lo que hay que saber acerca de las leyes de una salud buena y vigorosa que produce una mente despejada y alerta. Pero comparados con la gente común, ellos saben mucho acerca de eso, pues disfrutan, digamos, por regla general, de una salud relativamente buena.
Como un ejemplo, el presidente de los Estados Unidos cuenta con un médico en la Casa Blanca que siempre está atento al estado de su salud. Se requiere del presidente que haga cierta cantidad de ejercicio. El presidente Eisenhower jugaba golf con frecuencia, el presidente Kennedy nadaba un poco diariamente, el presidente Taft tenía un entrenador que vigilaba su peso constantemente.
Sin embargo, hay muchas cosas que ni aun la gente educada sabe acerca de las causas de la enfermedad, la dolencia y el decaimiento.
Creo que un factor ha obrado universalmente en favor de esos hombres: La actitud mental ejerce una influencia considerable sobre la condición física. La mayoría de los hombres de «éxito», según el mundo conceptúa el éxito, piensan constructiva y positivamente, y su actitud mental rebosa confianza. Rechazan los pensamientos negativos y no adoptan una actitud de temor, preocupación o desaliento. Ellos se imponen a sí mismos el equilibrio emocional y, conscientes de las obligaciones que tienen sobre sus hombros, evitan la vida disipada más que la mayoría de la gente.
Sin salud uno se encuentra tremendamente impedido, si no totalmente imposibilitado para lograr mucho. La cuarta ley del éxito depende en gran manera de la buena salud.
Muchos factores, incluyendo genéticos y del medio ambiente, afectan la salud. Pero también lo hacen las elecciones (Adicionalmente, la cuarta Ley del Éxito en Las Siete Leyes del Éxito es “impulso”).
Hace más de una década, yo escribí un libro relacionado con la salud natural (que todavía está disponible) titulado Combinando lo viejo y lo nuevo: Naturopatía para el siglo 21. En adición a ir sobre varias opiniones de salud, causas de enfermedades, y modalidades naturopátics, él incluye básicamente dos capítulos escritos por el finado Herbert W. Armstrong (que eran del dominio público y por lo tanto usables en un libro comercial) sobre aspectos de salud.
Las personas pueden influir en y mejorar su salud haciendo mejores elecciones.